Isidoro de Sevilla
Obispo y teólogo de la España visigoda. Hacia el año 600 sucedió a su hermano Leandro como arzobispo de Sevilla, cargo que ostentó hasta su muerte. Promovió la creación de escuelas catedralicias y presidió el concilio de Toledo, que marcó la unificación litúrgica de la España visigoda e impulsó la formación cultural del clero. Autor prolijo, escribió tratados filosóficos, lingüísticos e históricos. De entre sus numerosas obras destacan: De natura rerum, De ordine creaturarum, Regula monachorum y, sobre todo las Etymologiae. Dividida en veinte libros, constituye un enorme tratado en el que se contemplan todos los ámbitos de saber de la época, desde las artes hasta el derecho o la mineralogía. Muy leído durante la Edad Media, fue el primero de los grandes compiladores medievales. Fue canonizado en 1598, y en 1722 el papa Inocencio XIII lo declaró doctor de la Iglesia.
Obispo y teólogo de la España visigoda. Hacia el año 600 sucedió a su hermano Leandro como arzobispo de Sevilla, cargo que ostentó hasta su muerte. Promovió la creación de escuelas catedralicias y presidió el concilio de Toledo, que marcó la unificación litúrgica de la España visigoda e impulsó la formación cultural del clero. Autor prolijo, escribió tratados filosóficos, lingüísticos e históricos. De entre sus numerosas obras destacan: De natura rerum, De ordine creaturarum, Regula monachorum y, sobre todo las Etymologiae. Dividida en veinte libros, constituye un enorme tratado en el que se contemplan todos los ámbitos de saber de la época, desde las artes hasta el derecho o la mineralogía. Muy leído durante la Edad Media, fue el primero de los grandes compiladores medievales. Fue canonizado en 1598, y en 1722 el papa Inocencio XIII lo declaró doctor de la Iglesia.
Etimologías [1]
1. Sobre la medicina. Medicina es la ciencia que protege o restaura la salud del cuerpo, y su campo de acción lo encuentra en las enfermedades y las heridas. A ella le incumben no sólo los remedios que procura el arte de quienes con toda propiedad se llaman médicos, sino, además, la comida, la bebida, el vestido y el abrigo; todo aquello, en fin, que sirve de defensa y protección, gracias a lo cual nuestro cuerpo encuentra salvaguardia frente a los ataques y peligros externos.
2. Sobre su nombre. “Medicina” deriva su nombre de “medida”, es decir, de la moderación; y se llamó así, según se cree, porque no se emplea en grandes proporciones, sino poco a poco; y es que la naturaleza, con lo mucho, sufre tribulaciones; en cambio, con lo comedido, siente placer. De modo que quienes beben, en exceso o con asiduidad, pócimas y antídotos, suelen padecer enfermedades. La consecuencia de todo exceso no es la salud, sino el peligro de la misma.
3. Sobre los inventores de la medicina. Entre los griegos, Apolo pasa ser el autor y descubridor de las artes médicas. Su hijo Esculapio la desarrolló con una dedicación digna de encomio. Pero después de que Esculapio murió, fulminado por un rayo, el arte de curar, según se dice, estuvo prohibido. La ciencia pereció al par de su artífice, y permaneció soterrada durante casi quinientos años, hasta los tiempos de Artajerjes, rey de los persas. En esta época sacóla de nuevo a la luz Hipócrates, descendiente de Esculapio y nacido en la isla de Cos.
4. Sobre las tres escuelas médicas. Los tres personajes citados concibieron otras tantas escuelas. La primera de todas, la “metódica”,[2] ideada por Apolo, iba acompañada de medicamentos y conjuros. La segunda, la “empírica”,[3] o experimental, fue patrocinada por Esculapio, y se basaba, no en los indicios que proporcionaban los síntomas, sino únicamente en la experiencia. La tercera era la “lógica”, es decir, la racional, y su autor fue Hipócrates. Este último, después de decidir sobre las circunstancias de la edad del paciente, de la zona, de las enfermedades, buscaba mediante el raciocinio el remedio de la ciencia; e investigaba, poniendo en juego la razón, cuál era la causa de las enfermedades. Los empíricos no seguían más que la experiencia, mientras que los lógicos sumaban el raciocinio a la experiencia. Los metódicos no tenían en cuenta ni el examen de los síntomas, ni las circunstancias temporales, ni la edad, ni las causas, sino únicamente la existencia misma de las enfermedades.
1. Sobre la medicina. Medicina es la ciencia que protege o restaura la salud del cuerpo, y su campo de acción lo encuentra en las enfermedades y las heridas. A ella le incumben no sólo los remedios que procura el arte de quienes con toda propiedad se llaman médicos, sino, además, la comida, la bebida, el vestido y el abrigo; todo aquello, en fin, que sirve de defensa y protección, gracias a lo cual nuestro cuerpo encuentra salvaguardia frente a los ataques y peligros externos.
2. Sobre su nombre. “Medicina” deriva su nombre de “medida”, es decir, de la moderación; y se llamó así, según se cree, porque no se emplea en grandes proporciones, sino poco a poco; y es que la naturaleza, con lo mucho, sufre tribulaciones; en cambio, con lo comedido, siente placer. De modo que quienes beben, en exceso o con asiduidad, pócimas y antídotos, suelen padecer enfermedades. La consecuencia de todo exceso no es la salud, sino el peligro de la misma.
3. Sobre los inventores de la medicina. Entre los griegos, Apolo pasa ser el autor y descubridor de las artes médicas. Su hijo Esculapio la desarrolló con una dedicación digna de encomio. Pero después de que Esculapio murió, fulminado por un rayo, el arte de curar, según se dice, estuvo prohibido. La ciencia pereció al par de su artífice, y permaneció soterrada durante casi quinientos años, hasta los tiempos de Artajerjes, rey de los persas. En esta época sacóla de nuevo a la luz Hipócrates, descendiente de Esculapio y nacido en la isla de Cos.
4. Sobre las tres escuelas médicas. Los tres personajes citados concibieron otras tantas escuelas. La primera de todas, la “metódica”,[2] ideada por Apolo, iba acompañada de medicamentos y conjuros. La segunda, la “empírica”,[3] o experimental, fue patrocinada por Esculapio, y se basaba, no en los indicios que proporcionaban los síntomas, sino únicamente en la experiencia. La tercera era la “lógica”, es decir, la racional, y su autor fue Hipócrates. Este último, después de decidir sobre las circunstancias de la edad del paciente, de la zona, de las enfermedades, buscaba mediante el raciocinio el remedio de la ciencia; e investigaba, poniendo en juego la razón, cuál era la causa de las enfermedades. Los empíricos no seguían más que la experiencia, mientras que los lógicos sumaban el raciocinio a la experiencia. Los metódicos no tenían en cuenta ni el examen de los síntomas, ni las circunstancias temporales, ni la edad, ni las causas, sino únicamente la existencia misma de las enfermedades.
Fuente bibliográfica: Cortés, Pérez y Rosales. Textos clásicos de Medicina . Tomo I. Facultad de Medicina Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Puebla, México 2007
[1] San Isidoro de Sevilla, Etimologías, Edición bilingüe, versión española de José Oroz Reta y Manuel A. Marcos Casquero, Tomo I, Libro IV, España, Biblioteca de Autores Cristianos, 1982, p. 483, 485, 487, 501, 503.
[2] Profesaba que la enfermedad consistía en la contracción o relajación de los poros.
[3] Movimiento filosófico de los escépticos, rechazaban todo razonamiento a priori.
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